El 26 de enero de
1813, Dios nos regaló el nacimiento de Juan Pablo Duarte. Quien, años después,
se convertiría en el propulsor de la anhelada libertad de la población que
habitaba: el lado español de la isla de Santo Domingo.
Desde temprana edad
el centro de su atención fueron Dios y la Patria. Y, basado en esos dos
elementos comenzó a forjar, poco a poco, el camino hacia la libertad.
Veneramos su
sacrificio, su humildad, su renuncia absoluta a ser loado. Su desprendimiento
llegó a tal grado que renunció a su herencia paterna y apenas conservó la casa
familiar.
Foto de Juan Pablo Duarte
(tomada de la Web Biografías y Vidas)
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Con relación a esta foto, Iván García Guerra,
conocido dramaturgo y actor dominicano, ganador del Gran Soberano 2015 y
director del Teatro Biblio de la BNPHU, comenta: “Existen muchas imágenes que
representan a nuestro Padre de la Patria Juan Pablo Duarte. La mayoría de ellas
están basadas en un cuadro pintado por Abelardo Rodríguez Urdaneta según la
descripción que hace Rosa Duarte de su hermano. Pero, existe una
fotografía del patricio meses antes de
su muerte que muestra la tristeza de un exilio y de una condición económica
difícil. Lo vemos de cuerpo entero con un frac de la época mirando hacia el
frente o mejor dicho hacia la eternidad. Basándose en esta foto el pintor Núñez
ha realizado una serie de cuadros cambiando el entorno, el vestuario y los
detalles, pero que logran mantener el tesoro de su expresión verdadera. La
versión de la foto que mostramos es un detalle de su rostro.”
A pesar de tener una
contextura frágil y menuda tanto así que al momento de emprender sus esfuerzos
independentista aparentaba menos años de los que realmente tenía, por esta
razón la gente del movimiento conservador, como Tomás Bobadilla y otros,
comentaban que eso de la Independencia era cosa de muchachos, eran cosas de un
Quijote seguido de unos cuantos Sanchos Panzas a quienes había prometido una
“ínsula” igual que en la obra de Cervantes.
Juan Pablo Duarte dijo: “Sed justos lo primero, si queréis ser felices. Ese es
el primer deber del hombre; y ser unidos, y así apagaréis la tea de la
discordia y venceréis a vuestros enemigos, y la patria será libre y salva. Yo
obtendré la mayor recompensa, la única a que aspiro, al veros libres, felices,
independientes y tranquilos.”
Letra: Ramón Emilio
Jiménez
Música: José de Jesús
Ravelo
En la
fragua de la escuela
nuestra patria fue forjada,
y al calor de tu enseñanza
le infundió vida sagrada.
La gloriosa trinitaria
que fundara tu heroísmo
fue la cátedra primera
de moral y de civismo.
Fuerza era que un maestro
preparara la conciencia
donde habría de nacer
la soñada independencia.
Y es así como cantando
tus virtudes haya el estro,
junto al padre de la patria
la figura del maestro.
En la escuela se te honra
por tus hechos sacrosantos
en las letras y las notas
encendidas de sus cantos.
Y al
honrarte recordamos
tu patriótico heroísmo,
es al prócer y al maestro
que los dos son uno mismo.
y al decirlo se revela
que es el alma de la patria
señalándonos la escuela.
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