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Nuestra intención es que este espacio sea lo más accesible posible. Ayúdanos. Si tienes problemas, haznos comentarios o envía un email.

A continuación te dejamos la canción que fue compuesta por petición nuestra y que entonamos en las actividades que realizamos cada vez que es posible.

HIMNO AL LIBRO (texto)

HIMNO AL LIBRO (música)

martes, 22 de enero de 2019

Interesante artículo sobre la Inclusión en el Nuevo Diario.

Invitamos a nuestros visitantes, seguidores, usuarios y amigos en general, a leer un interesante artículo que aparece, en la mañana de hoy martes 22 de enero acerca de la Responsabilidad Social Inclusiva, publicado por Vilma Yolanda Batista. No tiene desperdicios.



Felicidades a Ucrania en su día


La bandera de Ucrania tiene la mitad superior en azul ultramar y la mitad inferior en amarillo oro. En el centro aparece un escudo que representa el sello heráldico de la familia que gobernaba ese país, en el siglo 10
Bandera de Ucrania tomada de http://es.althistory.wikia.com


Hoy es Día Nacional de Ucrania y, por esa razón, el blog USEPEDI felicita a todos los ucranianos que visitan, continuamente este espacio Web. Nos encanta contar con ustedes. 

viernes, 18 de enero de 2019

Gastón Fernando Deligne, un poeta de la Patria

Un día como hoy, en 1913, uno de los poetas mas insignes de nuestro país se suicidó porque tenia lepra y esa enfermedad no tenia cura, en aquella época.

Este poeta es siempre recordado por su emblemático poema dedicado a nuestra bandera. Quién no se emociona al leer o escuchar el simbólico poema "Arriba el Pabellón".

Dejamos con ustedes esta patriótica expresión poética:   

Arriba el Pabellón

¡Tercien armas! ¡como quiera! el acostumbrado estruendo
ello es que el sol va saliendo y hay que enhestar la bandera.

Enfilado pelotón de la guardia somnolienta al pie del asta presenta arbitraria formación.

Y hecha a las dos auroras en que cielo y Patria están pasan de largo a su afán las gentes madrugadoras.

Ni ven el sol de la raza cuyos colores lozanos tremulan entre las manos del ayudante de plaza.

Ni del lienzo nacional fijo ya a delgada driza recuerda que simboliza toda una historia inmortal.

Pues cada matiz encierra lo que hicieron los mayores
por el bien y los honores y el rescate de la tierra.

El rojo de su gloriosa decisión dice al oído: "Soy - dice - el laurel teñido con su sangre generosa."

Es el azul de su anhelo progresista clara enseña color con que el alma sueña cuando sueña con el cielo.

El blanco póstumo amor a sus entrañas se aferra dar por corona a la guerra el olivo redentor.

¡Presenten armas!, ya ondea el Pabellón y se encumbra bajo el sol que deslumbra y el clarín que clamorea; ladra un can del estridente sonido sobresaltado arde en aromas el prado rompe en trinos el ambiente.

¡Que linda en el tope estás dominicana bandera! ¡Quién te viera, quién te viera más arriba mucho más!

(Tomado de vanguardiadelpueblo.do).



martes, 15 de enero de 2019

El misterio de los restos de Colón

Según las efemérides de hoy, 15 de enero, en 1796, llegaron a Cuba unos restos que, supuestamente, eran del Almirante Cristóbal Colón. Más adelante, se supo que los restos eran de un pariente cercano del descubridor de América.

Siempre ha habido múltiples debates a cerca de los restos de Colón y se ha determinado que los que reposan, aquí, en el monumento llamado Faro a Colón, son los verdaderos.

El laureado autor Carlos Esteban Deive ha escrito una novela muy interesante. En la misma, Sherlock Holmes y su ayudante el Doctor Watson son invitados por el presidente Ulises Heureaux (Lilís), a la República Dominicana, para investigar el misterio de los restos de Cristóbal Colón que han desaparecido.

Si usted es una persona con dificultad de acceso a la lectura impresa en tinta y le interesa leer esta magnífica novela solicítela en este blog o en el correo que aparece en este espacio. Reiteramos la invitación a leer Sherlock Holmes y el misterio de los restos de Colón.

viernes, 11 de enero de 2019

HOSTOS Y BOSCH EN LA DOMINICANIDAD. Diómedes Núñez Polanco

Ellos se encontraron en el bosque de libros de la Carnegie. Don Adolfo fue el testigo de excepción en aquella biblioteca de sueños. Hostos y Bosch, dos vidas y un pueblo solamente. Era el San Juan de 1938. No sólo se trataba de patriotas, forjadores de mundos nuevos. Además, amazonas de amor, generosidad, ternura. De sus aventuras brotaban libros, escuelas, periódicos, tribunas, auroras. Fueron inmigrantes, caminantes, peregrinos, como Bolívar, Martí, José de San Martín, Duarte, Gómez, Luperón, Benigno Filomeno de Rojas...
Bosch se impregnó tanto y fue tal la conmoción que recibió en lo más hondo de su ser al conocer la obra del Maestro, que lo marcó hasta la eternidad. Por eso, en su “Hostos, el sembrador”, advierte:
“Si mi vida llegara a ser tan importante que se justificara algún día escribir sobre ella, habría que empezar diciendo: ‘Nació en la Vega, República Dominicana, el 30 de junio de 1909, y volvió a nacer en San Juan de Puerto Rico a principios de 1938, cuando la lectura de los originales de Eugenio María de Hostos le permitió conocer que fuerzas mueven, y cómo la mueven, el alma de un hombre consagrado al servicio de los demás’ “.
De ahí que no extrañe el que ambas vidas llegaran a encontrarse en los caminos de la inmortalidad. Y coincidencias de la historia: Cuando Hostos decidió fundar en Puerto Rico el primer capítulo de su Liga de los Patriotas, no lo hizo en San Juan ni en Mayagüez, sino en Juana Díaz, el pueblo natal de Ángela Gaviño Costales, la madre de Don Juan.
Llegó por primera vez a tierra dominicana, el 30 de mayo de 1875. Luego escribiría: “Ignoraba que allí había yo de conquistar algunos de los mejores amigos de mi vida”.Conoció al general Gregorio Luperón, a Segundo Imbert, a Federico Henríquez y Carvajal... Aunque en agosto de ese año, elabora el plan de Escuelas Normales para la República, es el 5 de marzo de 1876 que funda La Educadora, sociedad-escuela destinada a “popularizar las ideas del derecho individual y público, el conocimiento de las constituciones, dominicana, norteamericana, latinoamericanas, y los principios económicos-sociales; en resumen: educar al pueblo”. Pero sería en el segundo período (1879-1888) de sus tres permanencias en nuestro país, cuando la Escuela Normal de Santo Domingo abrió sus inscripciones, el 14 de febrero de 1880, en la calle de Los Mártires (hoy Duarte) número 34. Las labores se iniciaron el día 18. “La instalación de la Escuela Normal -escribe el Maestro- se hizo como se hacen las cosas de conciencia: sin ruido ni discurso. Se abrieron las puertas y se empezó a trabajar. Eso fue todo.”
En vísperas de una de las salidas de Hostos del país, en diciembre de 1888, Salomé Ureña expresó: “Vengo a cumplir un deber sagrado, vengo a satisfacer en leve parte una deuda de inmensa gratitud. (...) Hablo, señores, de la deuda contraída con el Director de la Escuela Normal, con el implantador sincero y consciente del método racional de la enseñanza moderna en la sociedad dominicana.” Y resume ella toda la constelación de aportes a su Quisqueya:
“Le vi aparecer trayendo por séquito los rayos de las nuevas ideas, de las ideas redentoras, de las ideas de la civilización actual, y yo, que siempre he suspirado, que suspiro aún, que suspiraré mientras aliente, por el engrandecimiento moral y material de mi país, batí palmas de gozo y esperé.(...) Te vas; pero germinará la simiente que dejas en el surco, y los frutos del porvenir se fecundarán con la savia de tus doctrinas pedagógicas.”
Para Pedro Henríquez Ureña, más que de una enfermedad biológica, “Hostos murió de asfixia moral”. Y en esa dirección hubo de recordarlo su compatriota José Ferrer Canales: “Si Bolívar es la conciencia política de América, Hostos es su conciencia moral.”
Amó tanto nuestro país, que aunque vivió y fue reconocido en otras naciones de América del Sur, con niveles socio-económicos superiores a los nuestros, prefirió la patria dominicana; incluso, centros académicos de varios puntos y presidentes de Chile le solicitaron que permaneciera en sus territorios. En realidad, era parte de nuestra piel y de nuestra sangre. Su abuela paterna, doña María Altagracia Rodríguez y Velasco, había nacido en República Dominicana. Hostos permaneció entre nosotros casi la cuarta parte de su vida; de sus sesenta y cuatro años, estuvo aquí cerca de catorce. De sus seis hijos, cuatro nacieron en nuestro país. Los otros dos, en Chile. A uno de ellos lo nombró con el apellido del Padre de la Patria dominicana: Filipo Luis Duarte. ¿Acaso lo hiciste, Maestro, por las palabras de Salomé al despedirte?: “¡Adios! Cuando en las horas tranquilas que te esperan bajo otro cielo, acuda a tu memoria un pensamiento amargo en el cual palpite el nombre de mi patria piensa también que hay en ella corazones amigos que te recuerdan y almas agradecidas que te bendicen”. En la fragua de su magisterio brotaron las semillas del ideal transformador y liberal de nuestra nación. Anduvo por casi toda la geografía de la República. Se dejó embriagar por el verdor de los campos y la magia de los arcoiris de nuestros cielos. Se constituyó, por derecho propio, en uno de los fundadores de la nacionalidad dominicana.
Ya avanzado el otoño de sus días, el 11 de enero de 1998, Juan Bosch escribió, de puño y letra, su último testimonio de amor y veneración sobre el Maestro, en el libro de visitantes distinguidos de este Panteón de la Patria: “Eugenio María de Hostos no ha muerto ni morirá mientras los pueblos del Caribe mantengan su imagen de creador de la enseñanza que lo convirtió en padre de todos los hijos de nuestras tierras”.